Las cosas que nos pasan, las que hacemos, y las situaciones que vivimos producen satisfacción o malestar, emociones positivas o negativas. Algo produce una emoción positiva o negativa, agradable o desagradable. Un mismo suceso provoca emociones distintas y pensamientos distintos. La emoción primera puede intensificarse o disminuir de intensidad, según interpretemos lo sucedido.
Las emociones negativas producen una tensión desagradable, malestar. Si la intensidad del malestar es desagradable pero corresponde a la emoción negativa esperada, según lo que ha sucedido, podemos hablar de ansiedad normal. Por ejemplo, la muerte de un ser querido produce una emoción negativa, sentimiento de tristeza, vacío, desesperación…, pero lo vamos a considerar normal, ya que es la sensación que aparece cuando perdemos algo que es importante afectivamente. Solamente cuando esa pérdida no se supera en un tiempo, es cuando hablamos de una emoción anquilosada que produce malestar y trastorno.
Si estamos nerviosos por un examen, preocupados por los resultados, es una reacción de ansiedad normal. Pero si los nervios son excesivos hasta el punto de no ir al examen, o de vomitar, quedarse en blanco… entonces es un problema de ansiedad.
El examen es el suceso, la reacción puede ser muy diferente según la persona que va a examinarse, el suceso es el mismo, la reacción depende de nuestra forma de pensar lo que va a suceder.
Las emociones surgen de lo que sucede y cómo pensamos lo que sucede. Los hechos se acompañan de emociones y pensamientos, que suelen ser automáticos, estos pensamientos nos ayudan a enfrentar la situación de forma calmada (control de las emociones) o explosiva, deprimente…
Los hechos generan emociones y pensamientos. Los pensamientos interpretan la situación y hace que vivamos la situación como una catástrofe o como algo simplemente desagradable.
Las emociones que desencadena una situación, un acontecimiento, una idea, puede gestionarse mediante lo que pensamos de esa situación y sus consecuencias.
Los pensamientos son la herramienta principal para gestionar emociones.
Cambiar la forma negativa de pensar una situación, es una técnica que se consigue con entrenamiento y con esta técnica controlamos y gestionamos las emociones.
Los pensamientos negativos son los que provocan las emociones negativas, suelen ser automáticos, y aparecen en milésimas de segundo, y nos pueden hundir, hacer que explotemos de rabia, gritar, tirar las cosas por el suelo, decir barbaridades, culpabilizarnos, llorar, temblar, agredir, querer estar solo…
Es necesario que aparezcan los pensamientos negativos, para dominarlos y modificarlos. Así que nada de no pensar en ello, dejemos que aparezcan para dominarlos y cambiarlos. Vamos a cambiarlos.