A partir de los 3 años las rabietas tan horribles, van desapareciendo, y ahora empiezan las peleas.
Antes de los dos años, los niños suelen manifestar su rabia, su ira, para expresar el malestar que les produce la acción de otros en ellos. Y expresan su malestar con los recursos que tienen en cada momento evolutivo, en cada edad lo expresan de una manera distinta.
A los 8 meses cuando les cambian de ropa pueden ponerse tensos, furiosos, rabiosos: se arquean, se ponen rígidos, rojos, gritan, lloran, porque les molesta que les cambien en ese momento, es una especie de pelea contra la acción de otro.
A este tipo de reacción le llamamos ira, enfado, y es el inicio de las rabietas. O cuando le cogen en brazos para llevarlo al baño y el niño quiere seguir jugando en el suelo, entonces se arquean en los brazos de la otra persona y hacen fuerza para librarse. Son las primeras rabietas.
O cuando un adulto, padre o madre, le quita un juguete o algo que quiere llevarse a la boca, y reacciona con furia y dando patadas, gritos…, le llamamos rabietas, manifiestan su enojo y frustración por algo que quieren y se les quita o no se les da.
Realmente están peleando por algo, pero les llamamos rabietas porque la reacción que tienen es, principalmente, mostrar su enfado y rabia de manera más individual, explosiva pero individual, interaccionan menos con el otro agresivamente, y es una explosión de furia sin necesidad de atacar al otro.
A partir de los dos años y tres, momento de los terribles dos años, empiezan a combinarse rabietas y peleas.
Las rabietas dominan estos dos-tres años de vida, y las peleas van surgiendo como otra forma de mostrar su furia por algo.
Las rabietas se manifiestan de forma individual, explosiva, normalmente en relación a una imposición, a un límite que pone un adulto.
Las peleas es una lucha entre dos, o más, es una confrontación, enfrentamiento, entre dos o más. Lo normal en estas edades es que se den entre niños de la misma edad.
Los adultos ponen límites a los niños y surgen las rabietas.
Los adultos que pelean con sus hijos cuando tienen una rabieta, no enseñan límites de forma correcta, enseñan que quien tiene más fuerza gana, y eso no es un límite, ni debe ser una norma social.
Las rabietas son las conductas más frecuentes entre los dos y tres años para manifestar su disconformidad y enfado, malestar por no conseguir algo.
Entre los dos y los tres años aparecen las primeras peleas entre niños de la misma edad, pero son menos frecuentes que las rabietas.
A partir de los tres años las peleas aumentan y disminuyen las rabietas.
Las rabietas y las peleas forman parte del desarrollo evolutivo, es su forma de reivindicar algo.
Las rabietas y las peleas en estas primeras edades son conductas normales, a medida que avanzan en desarrollo y tienen capacidad y habilidad para expresar su reivindicación, sus deseos frustrados, se les va enseñando cómo comportarse cuando quieren algo o les quitan algo o les insultan, se burlan o cualquier otra situación que les crea sentimiento de rabia.
La primera infancia es un buen momento para enseñar modales para expresar sus sentimientos, y un buen momento para iniciar conductas alternativas al comportamiento agresivo, para solucionar situaciones conflictivas que suelen terminar en peleas.
Enseñar a enfadarse cuando surge la rabia por algo, y enseñarlo según la edad del niño es ayudarle a construir poco a poco valores positivos que favorecen una socialización hacia la convivencia respetuosa. Y esa labor corresponde a los adultos, familia, educadores y adultos en general.
Un largo camino que se inicia en la infancia y que hay que continuar, por lo menos hasta la adolescencia.
Así y todo, encontraremos en este trayecto educativo niños y adolescentes que tienen dificultades o trastornos para conseguir una socialización de respeto mutuo, en función de su edad. Estos menores deben recibir apoyo o tratamiento que les ayude a construir un comportamiento social aceptable, para eso es necesario acudir a los profesionales que pueden facilitar la socialización según la edad de los menores.
El psicólogo es uno de los profesionales que puede ayudar, vigile los comportamientos de su hijo o menor al cuidado, y consulte sus dudas tanto del desarrollo del menor como del estilo educativo que utiliza.