Los enfados se producen ante una situación de malestar físico o psicológico, el malestar activa la emoción de la ira que produce irritabilidad, y se manifiesta de diferente manera según la edad. En general un enfado intenso tanto en adultos como en niños, desencadena tensión corporal, gritos, llanto, furia motriz y verbal. Puede expresarse sin más o dirigirse hacia uno mismo, autolesiones, o agredir a otros.
“Un niño puede enfadarse, transfiriendo su ira inicial a una situación no relacionada, o puede retraerse y deprimirse. Hechos difíciles de entender por los padres y por los adultos, pero significa que expresa sus emociones y se reafirma en su independencia y autoafirmación. “
“Aprender a dominar la ira, a canalizar los impulsos agresivos hacia actuaciones constructivas, es un desafío que dura toda la vida.” (1)
La forma de expresar el malestar depende de la edad del niño y de su temperamento, hay niños más tranquilos y otros menos, igual que los adultos. Y la edad del niño, el desarrollo evolutivo, permite conocer que conductas son las que van a aparecer, o deben aparecer si todo va bien: la edad de la primera sonrisa, la edad en la que empiezan a sentarse, los primeros pasos, las primeras palabras, las rabietas, peleas, los insultos y muchas más. Estas conductas son las que aparecen en función del desarrollo y son las herramientas básicas que tienen los niños para relacionarse con el mundo.
Nos corresponde a los adultos enseñar un montón de cosas, entre ellas a cómo relacionarse con los demás, y esta enseñanza está condicionada a la edad del niño, temperamento, capacidades y habilidades en desarrollo.
Atendiendo a las capacidades en desarrollo de los niños se realizan las intervenciones educativas, según el desarrollo. La familia y los adultos en general, deben actuar y educar, en función del desarrollo evolutivo. Se trata de enseñar y exigir según marca el desarrollo evolutivo, según lo que los niños pueden hacer y aprender según su edad.
“Los arrebatos de agresividad son normales en la infancia. La agresividad se convierte en problema cuando la frecuencia es alta y es persistente. Y se convierte en trastorno cuando necesita agredir para sentir satisfacción.” (2) Y también, como recuerda I. Serrano, las conductas agresivas pueden aparecer por enfermedad o trastornos orgánicos.
Las emociones se generan en milésimas de segundo, y producen cambios fisiológicos en el cuerpo de forma muy rápida, para enseñar a gestionar las emociones y controlar la reacción automática que producen, es necesario tener en cuenta la edad del niño y su temperamento. Adaptar el estilo educativo al desarrollo evolutivo, esto es, en cada edad aparecen conductas molestas que son incorrectas socialmente, las corregiremos en función de la edad del niño. Por ejemplo, las rabietas son evolutivas, quiere decir que indican que el desarrollo funciona bien, es un indicador de madurez, y de búsqueda de independencia personal, sería preocupante si no tuviese rabietas. Por lo tanto es bueno y necesario que exprese sus deseos y malestar por no conseguir lo que quiere, así que por horrible que sea el momento, no vamos a enfadarnos ni castigar porque tenga rabietas, tampoco castigamos cuando empieza a hablar, ambos momentos son conductas evolutivas, tienen que aparecer. En ambos casos lo que hacemos es enseñarle como enfadarse o como hablar. No nos enfadamos cuando un niño de dos años dice mal una palabra, le ayudamos y vamos corrigiendo poco a poco, pues lo mismo con los enfados rabiosos, rabietas. Entendemos que no puede expresarse de otra manera en esa edad y le vamos enseñando a enfadarse poco a poco y a tolerar la frustración.
Las conductas que marcan un buen desarrollo deben aparecer por molestas que sean y son predecibles, porque son evolutivas.
Como conocemos las conductas que deben aparecer podemos estar informados y preparados para saber cómo actuar.
Las conductas molestas que van apareciendo durante el desarrollo, son la única manera que tiene un niño para expresar su malestar, y según la edad tendrá un tipo de conductas. En los próximos artículos se explica cómo actuar según la edad.
(1) Brazelton, T. B. y Sparrow, J. D. (2006:)Cómo dominar la ira y la agresividad. Método Brazelton (pág .2)
(2) Serrano, I. (2006). El niño agresivo. Ed. Pirámide. Madrid.