Un ataque de pánico es una reacción fisiológica intensa, y una reacción mental de miedo a la reacción fisiológica, desencadenada o provocada por estrés, por ansiedad. La reacción fisiológica es muy desagradable, los síntomas frecuentes son: sensación de asfixia, atragantamiento, falta de aire, mareos, palpitaciones, dolor fuerte en el pecho y otras reacciones corporales reales, generalmente intensas, que dan la sensación de que vamos a morir en ese mismo instante, o que vamos a perder el control, como si nos volviéramos locos. Estos síntomas aparecen de repente y van aumentando de intensidad. En ese momento provocan un intenso sufrimiento y miedo, miedo a morir de inmediato o de volverse loco, es la sensación de perder el control de nosotros mismos.
El estrés o una preocupación importante, nos produce una gran tensión, consciente o inconsciente, y desencadena el ataque de pánico.
El cerebro ante el estrés, la preocupación, que nos produce tanto miedo y tensión, reacciona emitiendo una señal de alarma, y ordena que actúe el sistema automático de defensa. El sistema nervioso automático activa la descarga de adrenalina y pone en funcionamiento los recursos fisiológicos y orgánicos para afrontar esa situación de peligro: mayor aporte de oxígeno, tensión muscular… que permitirá a nuestro organismo reaccionar a esa circunstancia o hecho peligroso y salir corriendo, o hacerle frente para solucionar el problema, y para ello necesitamos más oxígeno, tensión muscular, concentración en lo que sucede…
El problema es que no hay ningún peligro real a quien hacer frente o huir, por lo que las reacciones fisiológicas activadas no son utilizadas para ningún fin, y terminan ahogándonos al no poder utilizarlas, poco a poco el cuerpo recobrará su estado normal con ayuda de fármacos o sin. La experiencia es tan desagradable y dolorosa que dejará una huella parecida a un trauma, y suele generar miedo a que vuelva a suceder, miedo al miedo que hemos pasado y no queremos volver a pasar. El miedo a que vuelva a suceder activa la alerta mental, y aparece la preocupación a que vuelva a suceder. Esta preocupación impide estar tranquilos con una sensación de alarma constante que puede ser agotadora y produce estrés.
La buena noticia es que podemos eliminar, dominar los ataques de pánico, y ese control sobre la aparición de síntomas, nos permitirá estar tranquilos y seguros, de la misma manera que puede hacerlo el medicamento, la pastilla, que nos han recetado para calmarnos.
Todas estas reacciones fisiológicas nos dicen que el cuerpo funciona bien, muy bien, el cerebro responde ante una preocupación que nos amenaza y activa los mecanismos para afrontarla. El problema es que no hay amenaza real contra nuestra integridad física. A medida que el cerebro se da cuenta de que no hay peligro real, deja de emitir la orden de peligro y el cuerpo recobra la normalidad poco a poco, puede tardar 5 a 20 minutos.
En realidad un ataque de pánico nos indica que el cuerpo reacciona bien, está sano, y por eso pone en funcionamiento los recursos para afrontar peligros.
Lo que sucede es que estamos sometidos a una presión excesiva por estrés o por preocupaciones a las que no encontramos salida y nos agobian, seamos conscientes o no, y por eso el cerebro recibe la señal de “alarma” exceso de estrés y tensión, debe haber un peligro y es necesaria la acción: adrenalina en marcha.
A diferencia de lo que piensan las personas que han sufrido, o sufren ataques de pánico, las reacciones fisiológicas de su cuerpo: asfixia, mareo, dolor en el pecho, palpitaciones, temblores, parálisis de labios, párpados… u otros síntomas, indican que su cuerpo funciona bien.
Y para asegurarnos de que funciona bien, después de un primer ataque de ansiedad es necesario realizar pruebas médicas que descarten patologías orgánicas, una vez descartadas ya podemos centrarnos en aprender las técnicas que controlan los síntomas del ataque de ansiedad para disminuirlos cuando empiezan a aparecer y así controlamos la reacción corporal, los síntomas de ansiedad que tanto malestar producen, y evitamos que desencadenen un ataque de pánico.
El problema es que muchas personas, la mayoría, en el primer ataque de pánico, recuerdan la reacción del organismo, falta de aire, asfixia inminente, palpitaciones, sudores, escalofríos, dolor en el pecho… y de repente, y eso debe significar que algo va mal en el cuerpo. En realidad significa lo contrario, significa que el cuerpo funciona bien y reacciona a un supuesto peligro y se prepara para afrontarlo.
Después de un primer ataque de pánico se recomienda un chequeo médico para descartar cualquier patología, y confirmar que es ansiedad, y para que la persona que lo ha sufrido pueda sentirse tranquila y buscar el tratamiento adecuado. El tratamiento adecuado es la terapia psicológica, con o sin medicamentos para la ansiedad. Se valora si es necesaria o no la medicación para la ansiedad, se explica qué es un ataque de pánico, se informa sobre las reacciones fisiológicas que se producen y el tratamiento para dominarlas.
Según la clasificación internacional de trastornos mentales DSM-V p. 419 el ataque de pánico es una crisis de ansiedad: “La crisis de angustia (panic attack) se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a «volverse loco» o perder el control.” (1)
Clark y Beck (2016) definen el ataque de pánico como “un período o episodio de intenso miedo y malestar que se origina de repente, alcanza su punto álgido en poco tiempo y se caracteriza por numerosas sensaciones físicas y cogniciones atemorizantes. Los ataques de pánico suelen durar entre cinco y veinte minutos.”, p. 263 (2)
El ataque de pánico aparece de repente, de repente notamos que no podemos respirar o una punzada muy fuerte en el pecho, o en la cabeza, que el corazón palpita muy rápido y que vamos a perder el control o a morir en ese momento. Aparece de repente y sin una causa clara que lo explique. Esas reacciones fisiológicas son dolorosas, muy intensas, y sin una causa aparente que las expliquen, y por lo tanto deben indicar que algo no funciona bien en nuestro organismo y el organismo nos está avisando de que está mal, que algo no funciona bien, y en cualquier momento podemos morir por un ataque al corazón, un derrame cerebral, por asfixia o simplemente volvernos locos.
Los ataques de pánico pueden aparecer en cualquier situación: mientras conducimos, trabajamos, dormimos, paseamos, vemos la televisión, en una fiesta, en el nacimiento de un hijo, en un examen, en la celebración de un acontecimiento importante, por perder el trabajo, por un ascenso en el trabajo o cualquier otra actividad cotidiana.
El primer ataque de pánico es tan inesperado y produce un malestar tan intenso, tan doloroso, y con tanto sufrimiento durante el tiempo que dura, que una vez ha terminado deja una sensación de peligro constante y de desamparo, una sensación de inquietud y miedo a que vuelva a producirse. Miedo, mucho miedo a que se repita.
Sí, toda esa actividad fisiológica que tanto dolor le ha producido y tanto miedo y desespero puede volver. Así que lo primero, después de un ataque de pánico, lo primero que hay que hacer es una revisión médica y asegurarse de lo que ya seguramente le dijeron si fue a Urgencias, es ansiedad, y una pastilla para relajar y ya está. Si se queda preocupado, o si le vuelve a dar un ataque de pánico, además de la pastilla relajante, sepa que tiene solución y que usted puede controlar de forma natural, sin pastillas, que no aparezcan los síntomas tan horribles, ahogarse, temblar, dolor de pecho…, se trata de aprender las técnicas para manejar la ansiedad, aprender a controlar los síntomas, las sensaciones corporales y disminuye el miedo que provoca un ataque de pánico. Y lo más importante, comprende que es una reacción normal del cuerpo ante una situación o hechos que nos preocupan mucho y no encontramos solución.
El ataque de pánico nos indica que el cuerpo funciona bien, y que hay algo que nos preocupa en exceso y nos descontrola. Así que tenemos dos cosas a trabajar: Una, aprender a dominar y controlar las sensaciones corporales cuando notamos la sensación de ataque de pánico y dos, enfrentarnos a las preocupaciones que los desencadenan. Y para eso está la terapia cognitiva-conductual, las guías de autoayuda y los profesionales de psicología.
1) DSM-V (2016) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales. American Psychiatric Association.
2) Clark, A. y Beck, A. (2016) Manual práctico para La ansiedad y Las Preocupaciones. La solución cognitivo-conductual. Serie psicoterapias cognitivas. Desclée de Brouwer. Bilbao