El comportamiento agresivo de los niños, jóvenes y adultos se expresa básicamente por la emoción que llamamos ira. La ira es una emoción que expresa enfado, malestar, enojo, dolor, frustración, y es una emoción necesaria.
Es una emoción desagradable para el niño y para el entorno, pero una emoción necesaria.
La ira es necesaria y es necesario e imprescindible enseñar a expresar la ira de manera aceptable socialmente, esto significa enseñar límites y enseñar a reaccionar emocionalmente con ira, enfado, pero sin hacer daño a nadie ni física ni emocionalmente, ni a dañar a animales ni objetos.
“La mayoría de los adultos pensamos que la ira es una emoción desagradable que no se debe expresar. Es probable que los padres se horroricen cuando sus hijos se muestren hostiles y pierdan el control. No obstante, la ira no sólo es inevitable sino necesaria. (…) La ira no sólo alerta a un niño de un peligro y le procura la energía necesaria para reaccionar ante él, sino que le permite expresar claramente su individualidad.” (1)
La familia y los adultos deben enseñar a los niños, desde pequeños, cómo expresar la ira.
Para enseñar a expresar las emociones de forma aceptable, control emocional, es muy importante conocer y comprender el desarrollo de la ira y las reacciones agresivas que se derivan de esa emoción, según la edad evolutiva de los niños.
Las etapas evolutivas de la ira y la agresividad nos indican qué conductas y comportamientos agresivos son normales y típicos según la edad de los niños, y cuáles no lo son, recuerde: hay conductas y comportamientos agresivos, y hay niños agresivos.
Las conductas y comportamientos agresivos típicos de una edad de desarrollo son normales, pero hay que educarlos y enseñar cómo expresarlos.
Y los niños agresivos que tienden a agredir y no solo reaccionar con agresión, son niños que necesitan cuanto antes, intervención psicológica.
Cuando un bebé o un niño siente ira, rabia, reaccionará de una manera agresiva esperable, normal, según su edad. La familia y los otros adultos deben enseñar otras formas de reaccionar aceptables, e indicar que esa conducta agresiva no es aceptable, es comprensible por la edad pero no es aceptable, y empezar a poner límites a la agresividad y enseñar la conducta aceptable para expresar su enfado, su ira.
La ira es una emoción que expresa malestar, y es una reacción de defensa ante una amenaza.
La ira es una emoción primaria necesaria para expresar el malestar o intenso malestar que algo nos provoca. Es importante aprender a expresarla de forma aceptable y sin provocar daños, si no dejamos que expresen la ira, pueden terminar autolesionándose, inhibiendo comportamientos, volverse pasivos-agresivos, o agresivos en contextos donde no les controlan.
La ira es una emoción necesaria y dura toda la vida, intentar anularla es perjudicial, lo importante es enseñar a expresarla.
Desencadenantes de la ira: cualquier peligro, amenaza al bienestar físico y personal, provoca defenderse y explosiones de rabia, cólera, ira.
Las amenazas o peligros más frecuentes en la infancia son:
Dolor
Quedarse sin los padres
Quedarse solos
Hambre
Sed
Malestar en general
Enfermedad
Un niño puede decir a su madre que le está curando una herida: Tú no haces nada por ayudarme, gritando y descompuesto. Está claro que está diciendo que no le quita el dolor, ni ha evitado que se haga una herida, o algo así, y su madre le está curando. No vamos a entrar en una discusión, simplemente vamos a seguir curando la herida.
El fracaso es uno de los desencadenantes de la rabia, la ira: querer algo y no conseguirlo. En estas edades, y en adultos también, la frustración es peor cuando se acompaña de humillación, si se ríen, desvalorizan, cuando no conseguimos algo. La humillación suele aparecer cuando nos exigen cosas que aún no podemos hacer, y en esta edad ya se dan cuenta de lo que esperan de él, y si puede hacerlo o no, y si le ayudan o no.
La humillación suele generar vergüenza, y la vergüenza exagerada timidez por actuar que puede generar ansiedad.
Vergüenza y humillación provocan ira y sentimientos de odio, en niños y en adultos
A los 4 años ya es consciente de sus fracasos, y no solo tendrá ira y rabia, puede empezar a no querer hacer cosas, se niega a realizar más cosas, más tareas, deberes, de forma pacífica o de forma agresiva.
A partir de los 4 años, es la edad del comportamiento desafiante, así que tolerar el fracaso es bueno, pero enfrentarse a la humillación del fracaso es devastador y produce ansiedad o agresividad, en estas edades.
A partir de los 3 años les gusta hacer las cosas bien y que les salgan bien. Así que es un buen momento para reforzar el esfuerzo de hacer cosas, decirle ¡bien! bastantes veces, aunque esté regular, y de vez en cuando ¡mal! en tono afectivo. Y ayudarle a mejorar lo que está haciendo. Esto ¡bien! Tú, solo, esto ¡mal! vamos a hacerlo entre los dos. Al estilo vigotskiano, construyendo andamios a su aprendizaje, ya sabes hacerlo solo, yo vigilo, o sigue con mi mano y el andamio y… hasta que ya sepas o casi puedas hacerlo solo. La tolerancia a la frustración es buena, pero la ayuda emocional, lo es más.
A partir de los 4 años la injusticia hacia él, subjetiva y objetiva según él, provoca ira.
Más adelante se indignarán por las injusticias hacia los demás, no solo por las propias.
La ira puede ir acompañada de impulsividad, pero no tiene por qué provocar impulsividad.
Puedo sentir rabia, y enseñar que es una emoción desagradable, que surge cuando algo nos molesta, y esto es un primer paso para controlarla. Después enseñar que puede controlar las reacciones, las conductas agresivas que nos provoca, y enseñar a esperar y después cuando esté calmado, ver qué hacer: reflexión y planificar la reacción menos intensa y dañina posible, es un segundo paso que ayuda a controlar esta emoción.
La ira es una emoción que está desde las primeras edades, pero muy intensa e incontrolable puede ser el resultado de alguna enfermedad, tensión familiar constante, estrés, y otros factores.
Si observa excesos de enfado, irritabilidad, reacciones descontroladas, consulte a un profesional.
– se enfada más y más hasta que consigue lo que quiere
– reprime sus enfados y quejas, y luego estalla
– la ira le lleva a la venganza, a hacer daño al otro, controla el enojo y cuando cree oportuno saca su agresividad. Por ejemplo, no, no pasa nada, le dice a su profesor y cuando se va, le da un golpe al niño, o le dice: te vas a enterar, le insulta…
-la ira se puede transformar en rencor
– la ira puede no expresarse por miedo, por vergüenza, timidez o una enseñanza en valores mal comprendida, y ser entonces autodestructiva y reaccionar con autolesiones.
El comportamiento agresivo hay que educarlo para controlarlo, y estas edades tempranas son un buen momento para hacerlo, y para detectar riesgos y desviaciones del comportamiento.
(1) Brazelton, T. B. y Sparrow, J. D. (2006:)Cómo dominar la ira y la agresividad. Método Brazelton