El inicio de la adolescencia es considerado como un momento de riesgo para iniciarse en conductas delictivas.
– El inicio de conductas delictivas se establece entre los 13 a 16 años. Y el momento máximo, según todos los estudios, es alrededor de los 14 años.
– A partir de los 16-17 años disminuyen los actos y comportamientos agresivos, violentos y delictivos. Los infractores adolescentes ocasionales y de delitos de escasa gravedad disminuyen a partir de los 17 años. Aumentan, a partir de los 16 años, las conductas delictivas en los adolescentes que ya manifestaban conductas tempranas de agresión con mayor frecuencia y actos más graves y despreciativos.
– Inicio de la adolescencia: Alrededor de los 10-12 años
Estas edades, especialmente al inicio de la adolescencia, preadolescentes, son por sí solas, un factor de riesgo de incurrir en conductas antisociales. Es un momento para vigilar e incidir en la prevención primaria, tanto en los centros escolares como en la familia establecer una comunicación sobre este tipo de temas. El tema central es incidir en los pequeños actos de agresión y de pequeña delincuencia y en la necesidad de solucionar los problemas por vía pacífica, no responder a provocaciones de otros adolescentes, conocidos o desconocidos, y evitar actuar de forma impulsiva frente a retos, insultos amenazas o conductas provocativas en general, que inviten a realizar actos de riesgo y de delincuencia. Es la edad de las salidas a discotecas, salidas nocturnas, y peleas por conductas agresivas y amenazantes. Favorecer estrategias de evitar reacciones agresivas, y optar por respuestas asertivas a estas provocaciones.
La comunicación fluida, sobre este tema, sin imposiciones ni amenazas por parte de la familia es la que facilita que los adolescentes utilicen otros recursos para no responder a provocaciones de otros adolescentes o adultos.
Especialmente, hay que asesorar desde el centro escolar y familia, a aquellos preadolescentes y adolescentes que por sus características personales y por su historia, tiende a responder de forma impulsiva y física a cualquier conducta que le disgusta, le desagrada de otros. Es importante la prevención primaria.
También existen grupos de riesgo, adolescentes que por sus dificultades personales para desenvolverse o por trastornos de conducta están más expuestos a comportarse con agresividad y violencia o a ser víctimas de la violencia.
Prevenir y detectar conductas delictivas, agresivas y violentas
Los centros escolares y la familia pueden detectar conductas de tipo delictivo, exceso de agresividad y violencia en niños menores de 12 años, entre los 9 y los 10 años las conductas más frecuentes que se pueden observar son:
- Agresión física como forma normal de actuar cuando algo le desagrada o le molesta. Niños que responden con agresión, aunque sea mínima: sacar la lengua, dar una patada floja o fuerte, empujar… con frecuencia y con intención de molestar.
- Agresión verbal: Responde con frecuencia con palabrotas, gritos, insultos y otros gestos despectivos
- Molesta con frecuencia a otros, simplemente porque no le gustan o como forma de comportarse, aunque luego busque excusa para decir que fue la otra persona quien le provocó: Me ha mirado mal, iba a pasar y no me dejaba pasar y por eso he chocado, no le he empujado, etc., cuando en realidad le ha empujado, buscan estrategias para esconder su comportamiento ya que saben que es incorrecto.
Antes de los 12 años, hay que añadirle otras más graves, que se dan con menos frecuencia pero no de forma aislada sino que inciden y repiten de vez en cuando:
- Delitos de propiedad: coger el lápiz, la goma, caramelos, cosas de otros compañeros. Estas conductas que suelen aparecer muy pronto, entre los 4 y los 7 años, y se corrigen con amonestación, pero cuando no se corrigen y son reincidentes es cuando podemos iniciar un asesoramiento y ayuda personal para que estos niños puedan corregir su comportamiento antes de que lleguen a la adolescencia, ya que se consideran los niños que con más facilidad podrán aumentar esas conductas delictivas.
- Acoso y la intimidación frecuente a otros niños y alumnos con conductas de amenazas constantes, y de dar órdenes a otros alumnos e incitarles a saltarse normas familiares y escolares, y muchas veces el que acosa y empuja a realizar actos no incorrectos no los realiza el mismo, sino que hace que otros lo hagan.
Estas conductas pueden ser normales, incorrectas pero normales, entre los 7 y los 9 años, pero si es frecuente, es una conducta a valorar y reconducir, antes de que lleguen a la adolescencia. Las características típicas de la edad, mayor autonomía, salidas nocturnas, independencia, etc., aumentan y estimulen conductas agresivas y de tipo delictivo que ya realizaba anteriormente y que a penas fueron amonestadas.
Detectar a menores de 12 años que con frecuencia realizan actos y comportamientos agresivos, violentos. La frecuencia es el indicador de que el comportamiento social se está alterando, desviando. La frecuencia y el tipo de gravedad de las conductas, aunque sean de poca frecuencia: pegar un puñetazo a otro niño es una conducta grave aunque se haga una vez.
Vemos un ejemplo, no es lo mismo que un niño de 9 o 10 años, o incluso de 7 años, utilice la tarjeta de sus padres para comprar algo en internet, implica que sabe cómo utilizarla y el número etc., que un niño que coge unas monedas para comprarse unas chucherías. Se amonestan a los dos, se vigila a los dos, pero es más preocupante el primer comportamiento de utilizar una tarjeta, que el segundo.
– Aumentar la vigilancia y observar que otros comportamientos nos indican que algo se está desencaminando en ese niño, y poder ayudar a reorganizar esos comportamientos antes de que se desvíen más. Observar y asesorarse, la amonestación normal y atender a los comportamientos en general de los niños, por si necesitan apoyo y ayuda o incluso tratamiento psicológico, es lo que permite prevenir el aumento de la delincuencia temprana.
– Las conductas y comportamientos difíciles: desafiar, retar, no hacer caso a las normas con frecuencia, contestar mal, insultar, lo que conocemos como un niño difícil de controlar, niños que normalmente cansan pues hay que estar vigilando constantemente, se mueven en exceso, tocan todo, no hacen caso, impulsivos, con facilidad responden mal aunque les riñan, se comportan de forma inadecuada, gritando, empujando, … comportamientos que recuerda a los trastornos de conducta, son niños que debemos detectar y establecer las estrategias que controlen su comportamiento en coordinación con el tutor, familia y los profesionales que se precisen.
– Adolescencia media: Entre los 12 y los 18 años
Observar y valorar los comportamientos, tanto en la familia como en el centro educativo, para poder intervenir de forma educativa antes de que aparezcan conflictos graves y conductas delictivas. Entre los 12 y los 14 años se observa con facilidad a los alumnos que tienen conductas agresivas, violentas y cometen delitos mínimos o graves, es necesario intervenir, no sólo amonestar. Intervenir para evitar conductas delictivas y tomar las medidas adecuadas para ayudar a los alumnos y para favorecer la convivencia del centro.
Las tres conductas que predicen con mayor probabilidad conductas delictivas son:
- Agresiones físicas
- Delitos de propiedad
- Acoso e intimidación
Cuando un alumno, un niño, tiende a realizar estas conductas de forma individual o en grupo es preciso intervenir de forma contundente y limitar la posibilidad de que se reproduzcan estas conductas, además de las sanciones pertinentes y adecuadas a la gravedad de sus conductas.
Las conductas condicionadas por un contexto determinado y sus circunstancias, pueden atenuar la sanción, pero es necesario distinguir al adolescente que se ha visto envuelto en una situación que hay que considerar de gravedad, frente al adolescente que tiende a realizar esas conductas y actos y de forma intencionada busca esos conflictos, y provoca situaciones de violencia y conductas delictivas.
Los estudios sobre el tema consideran que a partir de los 17 años, disminuyen estas conductas menores pero delictivas, los adolescentes que cometen infracciones menores y ocasionales: robar libros, robar en centros comerciales ropa, comida, bebidas para consumir, consumir en un bar y no pagar, etc. y de forma esporádica, o escondiendo parte de la compra y pagando otra parte, etc., estas conductas van disminuyendo a medida que los adolescentes crecen y llegan al final de la adolescencia. Son conductas muy esporádicas, de lo contrario deben preocupar a los padres y tutores.
Las conductas frecuentes, aunque sean infracciones pequeñas, y por supuesto las conductas graves, no disminuyen con la edad, se incrementan y se convierten en delincuentes o marginados.
Observar comportamientos que aumentan la posibilidad de conductas delictivas y asesorar a los alumnos en estos temas:
– Beber y fumar en exceso facilita realizar conductas delictivas mínimas o graves
– Conducir de forma imprudente y arriesgada indica que buscan riesgos y no consideran que ponen en riesgo a los demás, es una conducta violenta y delictiva, aunque puedan considerarlo un juego. Además de recordar que la primera causa de muerte en la adolescencia son los accidentes de tráfico.
– Juegos de azar en exceso, las ludopatía
– Salidas nocturnas frecuentes
– Actitudes agresivas como forma de pasar el tiempo, buscan pelea
En general, las conductas negativas que se realizan con frecuencia tienen mayor probabilidad de estimular conductas delictivas. Tanto los padres como los tutores pueden detectarlas y buscar una solución a corto o a largo plazo para ayudar a los adolescentes que se están desviando, antes de que terminen en la delincuencia o en adolescentes inadaptados y sin encauzar su futuro.
– La falta de corrección a tiempo de esas conductas, restándoles importancia o el exceso de castigos severos para corregir esas conductas son factores que aumentan el riesgo de conductas delictivas. El exceso de corrección o la falta de corrección y los métodos severos para corregir las conductas delictivas de los adolescentes, aumentan la probabilidad de respuestas violentas o apatía que no conducen a buenos resultados en la convivencia escolar, familiar y social.